lunes, 13 de abril de 2009

EL VALOR DEL DEPORTE

Hoy en día es bastante común encontrar a chicos y chicas en edad adolescente un tanto erráticos. No suelen dar "golpe" en el colegio, con muchos pájaros en la cabeza y un poco, o bastante, aletargados en todo lo que nos importa a los maestros. Pero estos chicos y chicas, que suelen practicar deportes, una vez a la semana, en el partido o competición en cuestión, se suelen convertir en personas activas, ágiles, de tácticas inteligentes...
Durante el juego, partido o competición, sus facultades ocultas se dejan ver una y otra vez: la arrolladora pasión, el espíritu de equipo, la capacidad de actuar con sentido táctico y estratégico, la disciplina, la resistencia, el juego limpio, la ambición...
Incluso en muchos casos, desean mantener una buena forma física para el deporte y se comporta, al menos en este aspecto, de una manera inusual para un joven de 14, 15 o 16 años.
Como docente, he de decir que ver jugar a los adolescentes compitiendo en una actividad lúdica es una de las experiencias más placenteras de la profesión de maestro, pues durante el juego puedes llegar a conocer a los alumnos/as fuera de las aulas, comportándose y ejecutando una serie de valores del todo impensable dentro del recinto educativo.
De todo esto se puede sacar muchas conclusiones, pero principalmente me gustaría destacar un párrafo del capítulo "El hombre sólo es verdaderamente humano cuando juega" del libro Elogio de la disciplina. BERNHARD BUEB, donde se deja a las claras el valor del deporte.
"El deporte despierta las fuerzas creadoras, agudiza los sentidos y la mente, modela el carácter y educa la responsabilidad; enseña a enfrentarse a la victoria y a la derrota y a la frustración, y también enseña la necesidad de autoridad; exige la máxima seriedad y confiere la más placentera despreocupación; ejercita la disciplina y la colaboración, despierta el sentido del orden, familiariza a los más jóvenes con el poder de la casualidad, proporciona un tiempo de relajación mental y libera, puesto que no es útil para ningún propósito externo. Sólo a través de la actividad lúdica un niño es capaz de experimentar la acción recíproca de la fortuna en su doble faceta, tener suerte y ser feliz."
Por esta razón los padres harán bien en convertir el DEPORTE, en el vehículo central de una educación consciente, ya que acompaña el desarrollo de una persona en el momento en que deben desplegarse sus talentos.
Artículo basado en el capítulo "El hombre sólo es verdaderamente humano cuando juega" del libro Elogio de la disciplina. BERNHARD BUEB