domingo, 14 de febrero de 2010

EL LADO OSCURO DE LA PELOTA

Una sangrienta época. Quizás la peor de todas. Una pelota que movilizaba almas, que generaba abrazos y que era capturada por la barbarie. Capturada y envuelta en una infamia que no la devolvía y la ensuciaba con la peor de las suciedades: el horror. Porque Adolf Hitler no sólo marcó con sangre y lágrimas a la sociedad de Europa y del mundo, también se encargó de dejar su siniestra impronta en el fútbol, el deporte más popular de Alemania. Un inmejorable medio para manipular a las masas y difundir la muerte.
En 1933, cuando Paul von Hindenburg –presidente de Alemania– le concede el cargo de canciller, Hitler comienza a llevar a cabo su plan: la eliminación sistemática de judíos, oponentes políticos (comunistas y social-demócratas), gitanos, negros, enfermos mentales y homosexuales. El macabro proceso alcanzó al fútbol alemán, que por aquellos años contaba con un campeonato nacional organizado por la Deutscher Fussball-Bund (Asociación Alemana de Fútbol).
El ascenso de Hitler significó un cambio sustancial en la coyuntura del fútbol germano. La DFB fue eclipsada por el Comité Nacional de Cultura Física, una entidad presidida por Hans von Tschammer und Osten, miembro del partido nazi y uno de los principales organizadores de los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936. El Comité dividió al campeonato en 16 regiones que se denominaron Gauligas y, además, creó una copa nacional que durante los primeros diez años se llamó Tschammerpokal, en honor a su presidente (luego se convertiría en la Copa de Alemania).

En un amistoso, en 1936, las selecciones de Alemania e Inglaterra hicieron el saludo nazi.
Pero lo más trágico de la nueva organización deportiva no fue el cambio estructural, sino la persecución a jugadores y dirigentes judíos o con algún vínculo político no afín al nazismo. Quizás, el caso más paradigmático sea el de Walther Bensenman –un importante directivo que participó en la fundación de la DFB, creó en 1920 la prestigiosa revista Kicker y cooperó en los inicios del Bayern Munich—que, por ser judío, debió exiliarse en Suiza. Otros cientos de futbolistas -como Julius Hirsch, jugador del Karlsruhe y de la selección alemana exterminado en Auschwitz- fueron reclutados en campos de concentración ante la mirada pasiva de sus clubes. Sólo Bayern Munich y Alemannia Aachen esbozaron algún tipo de resistencia al mecanismo desenfrenado y enfermo que caracterizaba al gobierno del Tercer Reich. Claro, la resistencia no se basaba en confrontar, sino en ayudar para que sus jugadores escaparan del infierno.
Otros equipos, en cambio, fueron notoriamente influenciados por el régimen alemán. Schalke 04, que llegó a tener el águila imperial alemana sobre la esvástica en el centro de su camiseta, se convirtió en el icono pronazi, aunque Werder Bremen y Munich 1860 también hacían notoria su adherencia al sistema imperante en ese país. El dato no es menor: Schalke 04 conquistó seis de los siete títulos que tiene en su historia durante el Holocausto (1934, 1935, 1937, 1939, 1940 y 1942). Por supuesto que el éxito deportivo resultó la mejor propaganda para el nazismo, al punto de considerarlo “el equipo alemán al que todos deberían seguir”. Otro de los presuntos clubes implicados fue el Hertha Berlín, que padeció el secuestro de Hermann Horwitz, médico del plantel y, como Hirsch, asesinado en Auschwitz. A pesar de eso, por pedido de la Bundesliga, la Universidad Libre de Berlín realizó un estudio en 2007 a través del historiador Daniel Koerfer para determinar la relación que existió entre la institución (la más importante de la capital alemana) y el nacionalsocialismo. “Hertha no fue infectado por el nazismo. No hubo resistencia a los nazis en este cuadro, pero tampoco se registró un entusiasmo por el partido y por su liderazgo”, afirma la investigación de Koerfer.
La sentencia adquiere carácter de bálsamo en el escenario del horror. En años de torturas, muertes y reiteradas violaciones a los derechos humanos, el fútbol mostró sus dos Negritacaras: la valentía para enfrentar al monstruo y la complicidad para convertir a la pelota en la peor arma.

AYUNTAMIENTO DE BONARES pasión por el Deporte